Se nos presenta a este grupo como la gran revelación en Gran Bretaña. Lo compoenen tres jóvenes instrumentistas talentosos, que hacen una música que parece tener una fórmula preestablecida: motivos rítmicos y melódicos repetitivos, crescendo en intensidad sonora y cese abrupto. En cualquier caso eso no resta mérito a lo que se vio en el escenario, que satisfizo a cuantos allí estuvimos.
Por cierto, siguen los problemas de sonorización en el teatro. Ayer el bombo de la batería se debía oir hasta en la calle, y el contrabajo volvía a saturar.
Hemos tardado tres días, pero por fin hemos escuchado jazz en este festival, si no tenemos en cuenta las lecciones jazzístcias de Benny Green y su trío en el hotel que nos tienen extasiados, pero ha merecido la pena. Tom Harrell sigue con la magia de siempre en la interpretación y en la composición, secundado por un enorme Ralph Moore, su bajista de cabecera Ugonna Okegwo y el baterista Adam Cruz. Sin piano, se puede apreciar aún más la belleza compositiva de los temas de Tom. Un regalo de concierto, por fin.
Después de la actuación de Tom Harrell, el cuarteto de Joshua Redman no lo tenía fácil, pero estuvo sobradamente a la altura. Joshua es un saxofonista casi perfecto, tanto que a veces agradeceríamos alguna cosa imperfecta en su ejecución. Los integrantes del grupo están también a la altura del lider, con un inmenso Kevin Hays al piano, el imaginativo Joe Sanders al contrabajo y el delicadísimo Jordi Rossy a la batería (no dejes de tocarla nunca Jordi).