Festival de Jazz de Vitoria, 15 de julio de 2016

Yaron Herman, Principal Antzokia a las 18:00.

 

Tenía interés en escuhar de nuevo a este pianista israelí afincado en Francia que pudimos escuchar en este mismo escenario en 2008, entonces en formación clásica de trío. Para un pianista no sé si es o no un reto enfrentarse a un concierto a piano solo, supongo que sí, porque muchos lo manifiestan así. De lo que sí puedo opinar es como aficionado y de buen seguro que también lo es. Escuchar un concierto a piano solo requiere una atención y una buena disposición de ánimo, porque uno no está siempre con los cinco sentidos a punto y más después de tantos días de festivales y de viajes. Pues bien, dicho esto, el concierto de Yaron Herman me pareció majestuoso, por lo variado, interesante, intenso a veces, extremadamente delicado en otras. Y creo que esa fue la opinión mayoritaria a juzgar por los tres bises que tuvo que ejecutar el pianista. De buen grado nos hubiéramos quedado toda la tarde-noche escuchándole. Esperamos que siga viniendo y que lo haga más a menudo.

 

Kenny Barron and Dave Holland , Polideportivo Mendizorroza a las 21:00.

 

Hoy tenemos un doble programa, pero en la segunda parte está Jamie Cullum y creo que tendremos cosas mejores que hacer. Digo esto porque en la primera parte, la de dos verdaderos maestros del jazz como son Kenny Barron y Dave Holland, se nota que el público ha venido a ver a Jamie Cullum. No le hace ningún favor la organización al prestigio del festival con una programación tan desigual en este doble programa. Tampoco se lo hace cuando el presidente del festival insiste en la exclusica de este concierto, como si eso fuera un valor añadido, cuando hace unos meses los mismos músicos hicieron una gira que incluyó, entre otros, el Jamboree de Barcelona, concierto al que tuvimos el placer de asistir. Y me refiero a ello porque, a pesar de que Kenny Barron y Dave Holland, Dave Holland y Kenny Barron, son tan grandes que pueden tocar cuando, cómo y donde quieran, que siempre será un regalo para los oídos escucharles, no tiene nada que ver su actuación en la intimidad de un club, que en la del desangelado pabellón de Mendizorroza, más apto para otros formatos. Aún así, disfrutamos lo que pudimos, a pesar de la desatención de una parte del público que no entendía porqué se demoraba tanto la salida de su héroe.